Tantas niñas viven en mí…
Ha pasado el Tiempo. En mi
humanidad me descubro otra… más grande, más profunda…
Pero tantas niñas viven en mí… Las
veo asomar silenciosas. En una esquinita de mi Corazón susurran su sentir. Hay
una que tiembla todavía cuando el cielo se entristece, hay otra que se enfada
cuando el horizonte se disuelve en su mirada, y hay una que se burla lejana,
con una risa ingenua, cuando me siento y contemplo su presencia esquiva…
Hay otra que revolotea como mariposa
cuando una Flor me sorprende en el Camino, hay otra que se estrecha en mi piel
cuando se siente sola y no quiere mirar que la noche ha caído, y hay una que
traviesa me sonríe y me invita a jugar descalza, decidida a treparse en las
estrellas y los sueños…
A veces, todas me miran. Alineadas
a la altura de mis ojos, me asaltan y me preguntan dónde, cuándo, para qué…
A veces… sólo a veces las busco… y disueltas en la penumbra de mi ceguera, me
esconden todos los rastros, y me quedo desnuda, contemplando mi vientre que
crece, mis manos que se arrugan, tiernamente, sutilmente, dibujándose en ellas
la travesía del tiempo, de este tiempo que me ha sido dado para la Vida, de este tiempo en que me
reparto entre la que era y la que soy, entre todas las mujeres que me habitan,
entre todas las abuelas que seré…
Pero sigo siendo niña. Y sigue
siendo mi mirada el espejo donde se eclipsan todas las vidas y todos los
tiempos. Sigue mi cuerpo repartiéndose y
a veces me estremece descubrirme tan anciana llevando el peso de las eras en
mis huesos, saboreando el silencio como quien saborea primaveras… Y esa anciana
también me mira, esa anciana solo es una, y me mira y me mira… y su mirada es un pozo profundo, un abismo
irresistible, un precipicio hondo que se arremolina sumergiéndolo todo… y
cuando sus aguas emergen es cuando todas mis niñas se abalanzan, y la abuela
las abraza y las acoge en sus Corazón Eterno, y las niñas lloran y las niñas
ríen, y se estremecen y a veces gimen de placer… Otras veces simplemente se
acurrucan y se dejan querer, y la anciana entonces sólo sonríe y en su sonrisa
el universo despliega su canto y su misterio y es entonces cuando anciana y
niña se disuelven, y me quedo otra vez desnuda, frente a la que Soy, Oh Mujer!
De carne blanda, de carne viva, de cuerpo que vibra y a veces duele, de cuerpo
que goza, de cuerpo que sostiene toda, aboslutamente toda la existencia…
Y aun cuando mi Alma Vieja me
cobija con la paciencia de Todos los cielos. Soy esta Mujer, y soy Humana, y a
veces busco y no encuentro. Y a veces no
busco y Todo se me revela.
Amo Ser ese Misterio. Amo la Vida
que me atraviesa. Honro esta existencia Humana en este cuerpo pequeño que
cobija lo imperecedero. Y amo saber que más allá de las formas, Sí, Somo Uno, Y
Somos Infinitos… pero aquí y ahora, Soy esa mujer que escogí Ser, y con todas mis niñas y mi abuela, sigo
caminando, sigo temblando y riendo, sigo sorprendiéndome del Sol Divino que nos
besa, y aunque todavía nos duela la frialdad dela piedra, no descarto ni una
sola, pues son mi bendito camino.
Chaltumay!
Raquel Bórquez
La preciosa imagen es de Holly Sierra