sábado, 10 de diciembre de 2016

regalo de navidad

Ha llegado una nueva navidad.

Para algunos llegó silenciosa, casi a tientas, para otros llegó vestida de fiesta, con su atuendo luminoso, llena de felices regalos… Y no hay forma correcta o incorrecta de vivir la navidad, pensé. Pues la navidad, en esencia es profundamente personal, y a cada uno, nos trae su regalo, su enseñanza…

Esta navidad para mí ha traído un solo gran regalo. Y es ese regalo es el que quiero compartir con ustedes. Ese regalo es el amor… Sí, sólo el amor. Hoy ha obrado como un milagro. Siempre obra de manera milagrosa, en las pequeñas cosas nace su presencia divina.

Ese amor que compartimos día a día, en un mate, en un abrazo, en una palabra, en un consejo, ese amor es la navidad.

Ese amor que no cuestiona, ese amor que respeta, ese amor que ama simplemente porque es su vocación, ese amor es la navidad…



Largas noches dormí bajo la música de la lluvia, y despertaba y no podía ver el sol. Sin embargo, nunca me faltó un plato de comida, siempre dormí en una cómoda cama, y todas los días algún ser que amo me besó. Y entonces comprendí que a cada momento nace el sol. Sí.

Y eso es la navidad. Es recordar que Jesús, el Cristo, no nació hace 2013 años, sino que renace día a día, y que antes de Cristo, nació el Sol, y que es el Sol la luz que alimenta nuestra Tierra, y que es ese Sol el que nutre nuestros cuerpos, y que sol y tierra nos sostienen día tras día, era tras era.

A veces olvidamos que también nosotros somos Soles. Se nos olvida que cada uno de nosotros puede alumbrar un universo. En las pequeñas cosas vamos irradiando esa fuerza inagotable que nos mantiene vivos. ¿Qué sentido tendría si no este paso por esta Vida magnifica, si no es reconocernos en ese brillo precioso que cada uno destella? ¿Cómo sería este mundo si cada ser humano recordara su sol interior, si cada uno recordara que atrás de la máscara que nos vestimos todos los días, hay un milagro, hay un ser como yo, desnudo y lleno de sentimientos, hay un ser que espera ser abrazado y amado infinitamente por el resto de la eternidad… Ese sueño es la navidad que elijo, el sol renaciendo en cada ser humano, el sol abrazándonos eternamente, recordándonos que aun frente a todos los problemas y cansancios que podemos atravesar hay una luz, esa luz late en nuestro corazón por alguna razón, no puede ser casualidad. Ese latido entona una canción, ¿cómo sería la vida si cada uno de nosotros decidiera de pronto danzar la vida al ritmo de ese pulso? ...



Sí, yo creo en los milagros. Hay un Sol y una Luna que se han mantenido intactos durante millones y millones de años. Día a día he visto aparecer el milagro… Con una fidelidad única el Sol y la Luna alumbran y permanecen sobre la Tierra. Hay un Sol que nos trasciende, hay una Luz que nos alumbra, y está ahí Todos los benditos días de la existencia… Permitir que ese Sol alumbre nuestros corazones, permitir que esa luz bañe nuestras relaciones, con la tibieza y la fidelidad de las estrellas, es el regalo que cada navidad nos trae, poder reconocer ese sol en las pequeñas cosas, en los pequeños gestos, en las ínfimas sonrisas que nos encontramos en el camino, descubrir ese sol en el perro que ladra, en la flor que nace… ese es el regalo. El regalo es una oportunidad, preciosa, crística, pura, de renacer como el sol lo hace todos los días…


Por eso sé que no hay formas correctas o incorrectas de vivir la Navidad, porque la navidad es única, porque la navidad es un espíritu, y no importa de qué traje se vista… siempre viene con un regalo… un aprendizaje, un recuerdo… 


*Texto escrito el 24 de Diciembre de 2012, Noche Buena.